Nuestro colegio de Pablo Nogués, comenzó como una obra realizada por la comunidad educativa del colegio de Bella Vista.
El 2 de abril de 1963, una religiosa y dos ex alumnas de ese Colegio, comenzaron la obra en el terreno que había ofrecido la Sra. María Esther Aguirre de Quesada Pacheco, perteneciente a la Estancia de su difunto esposo: Sr. Fernando Quesada Pacheco. En aquel tiempo, todo era campo, no había calles trazadas, y los caminos se hacían al andar, en medio de los pastizales. El aula era una construcción precaria, que en un tiempo debió haber servido de vivienda para algún puestero de la Estancia. Las primeras Maestras fueron Elsa Alba y Matilde Sagasta, egresadas de nuestro Colegio de Bella Vista. El hermano de Matilde y un amigo, se ocuparon de encalar las paredes, limpiar y dejar acondicionado lo mejor que se pudo, para recibir 19 niños y niñas, que conformaron el alumnado de 1er Grado Inferior y Superior.
Los habitantes de aquel barrio, veían con agrado la posibilidad de tener una escuela para sus hijos, cerca de sus hogares. Y los alumnos comenzaban a multiplicarse.
Un año después, dadas las dificultades para trasladarse diariamente desde Bella Vista, esa comunidad educativa se dedicó a una obra más cercana, y el colegio de Pablo Nogués fue tomado con mucha dedicación y cariño por la comunidad del colegio de Carlos Calvo. Y así siguió pasando el tiempo y creciendo la semilla...
En el libro de visitas canónicas a la comunidad de Carlos Calvo, en el informe del 19 de septiembre de 1965, se lee lo siguiente: “ La escuela gratuita de Polvorines, que con tanta generosidad tomó a su cargo esta casa, funciona admirablemente, se nombró Directora a una ex alumna que se desempeña con mucha responsabilidad y celo apostólico. También las Maestras son ex alumnas y trabajan por el mismo ideal misionero. Tanto la Madre Superiora como la Madre Rectora de Secundaria han tomado esta obra con mucho entusiasmo y han interesado a las alumnas del Colegio que con generosidad traen ropa y alimentos; el día sábado, la ropa se vende a precios módicos, y los alimentos se distribuyen entre las familias pobres de los niños. Ya están instaladas tres casitas prefabricadas muy bien acondicionadas. Dos son aulas de clase y en la tercera se comparte el despacho de Dirección y un Dispensario. No dudo que el Corazón de María bendice esta obra social tan necesaria en estos momentos.”
Cuando Doña Teresa, que así deseaba ser llamada Mª Esther Aguirre, ofreció el terreno a nuestra Congregación, manifestó el deseo de que si las Religiosas pensaban abrir una escuela en el lugar, ésta llevara el nombre de su difunto esposo. Como en ese momento en el Partido General Sarmiento, ya existía el Colegio Jesús María de Bella Vista, y existe una ley de la provincia de Buenos Aires, que no permite designar con idéntico nombre a más de un establecimiento educativo que se encuentre situado en el mismo Distrito Jurisdiccional se optó por satisfacer el deseo de Doña Teresa. Cuando más adelante, en 1995, la Municipalidad de General Sarmiento se subdividió en tres Municipios: San Miguel, José C. Paz, Malvinas Argentinas, ese inconveniente desapareció, al depender los dos colegios de diferentes municipalidades, se hicieron entonces los trámites necesarios para efectuar el cambio de nombre y la escuela de Pablo Nogués, pasó a llamarse Colegio Jesús María.
En Jesús María nos identifica una ESPIRITUALIDAD Cristocéntrica y Mariana, centrada en la Eucaristía, con una marcada influencia ignaciana, con fuerte dimensión apostólica y misionera.
Los valores evangélicos que distinguen el carisma de Claudina son la bondad, el perdón, la alabanza, el discernimiento, la humildad, la paciencia, la justicia, el orden y el espíritu de trabajo.
Nuestro desafío EVANGELIZADOR consiste en anunciar la persona de Jesús y su Buena Noticia favoreciendo ámbitos de encuentro con Dios y con los demás.
Encontramos en la EDUCACIÓN una mediación privilegiada para este anuncio ya que la consideramos un proceso preventivo, orientador y comunitario; personalizado y personalizante, que busca liberar a la persona a través de la formación integral y que tiende a conservar y transformar la cultura.
Motivamos a los alumnos a una vocación de servicio apostólico, desde el análisis crítico de la realidad, la sensibilización social, la apertura y aceptación de la riqueza en la diversidad. Nuestra Institución está abierta a la comunidad, especialmente a los más necesitados.
Cada uno de los miembros de nuestro Colegio colabora para lograr un clima institucional basado en la búsqueda de la verdad, la alegría y la sencillez; en actitud de confianza, comunicación sincera y abierta, con sentido de la responsabilidad y el servicio; atentos a cada persona y sus necesidades.
El espíritu de familia que nos caracteriza genera un estilo propio de organización y trabajo en equipo en un clima de respeto, solidaridad y corresponsabilidad en los procesos de discernimiento y toma de decisiones.
Todos nos comprometemos en la construcción de un ambiente propicio para el aprendizaje permanente, en el que evangelizamos haciendo vida lo que queremos comunicar a los demás.